Este otoño se presenta complicado para los headhunters del sector legal. Tras varios meses de una intensísima actividad, estos profesionales están experimentando una ralentización de las contrataciones que contrasta con las constantes peticiones y encargos que les hacen los despachos de abogados. El mercado de fichajes, describen, sigue más dinámico que nunca, pero desde hace unas semanas resulta cada vez más complicado lograr encontrar a un candidato dispuesto a aceptar alguna de las jugosas ofertas que les hace la competencia. La explicación, no obstante, es sencilla: se acerca el cierre de ejercicio para muchos bufetes y, con él, el bonus de final de año.
«Pasa todos los años: en esta época es más complicado convencer a los abogados de que se cambien«, afirma Sancho Peña, socio director de Page Executive, que matiza que las reticencias están presentes sobre todo entre los profesionales que ejercen en despachos nacionales, ya que son los que cierran su ejercicio en diciembre, mientras que los letrados de firmas anglosajonas no presentan este inconveniente al finalizar el año económico entre mayo y abril.
En la misma línea se pronuncia Javier Moreno, socio director de la firma IurisTalent. «La mayoría de firmas cierran su ejercicio en diciembre y reparten bonus en enero o febrero. Si un abogado se va antes, no lo cobra«, indica. Es por ello por lo que muchos candidatos, especialmente los de categoría más elevada, como counsels o socios, prefieren paralizar las negociaciones o, directamente, rechazar una propuesta de trabajo para no perder el extra. Y no es para menos: en los despachos de la abogacía de los negocios, este bonus supone un plus muy relevante que puede alcanzar desde los 2.000 para los júniores y hasta los 30.000 para los perfiles más altos.
El bonus oscila entre 2.000 € para los abogados júniores y hasta los 30.000 para los más séniores
La cuantía la establece cada despacho, y suele ser un porcentaje sobre la remuneración anual que recibe el abogado. «Puede estar entre el 10 y el 20%, aunque cada despacho lo fija libremente. Algunos lo condicionan a la facturación que haya generado el socio, pero también pueden ligarlo a los ingresos finales del departamento o al total del bufete. Es muy heterogéneo», aclara Moreno. Ahora bien, aunque sobre el papel se trate un elemento de retribución variable (cuyo cobro, por tanto, no está asegurado), el headhunter afirma que este extra se ha convertido en un factor fijo del salario al que pocos profesionales están dispuestos a renunciar.
Revisiones en diciembre y nuevos presupuestos
No obstante, este no es el único elemento que explica la ralentización de las contrataciones en el sector jurídico. Como indica Mercedes García Quintas, headhunter en Iterlegis, otro factor a tener en cuenta en este sentido, especialmente entre abogados con menos experiencia, son las revisiones anuales o semestrales que llevan a cabo muchas firmas a lo largo del mes de diciembre. En ellas, los socios y otros altos perfiles hacen una valoración del trabajo de los letrados de escalones más bajos. Si el feedback es positivo, comenta García Quintas, la firma revisa las condiciones de los profesionales que quiere retener, mejorando, entre otras cosas, el salario. «Aunque la oferta quizás iguala o supera el futuro aumento de sueldo que les han anunciado, en agradecimiento a la firma por apreciar su desempeño en ese año, prefieren quedarse«, aclara.
Por último, la profesional señala otro componente, y es la menor disposición de los propios bufetes a realizar incorporaciones en esta época del año. «Estos meses suelen ser más tranquilos porque las firmas prefieren aprovechar el cierre del ejercicio para estudiar qué necesidades tienen», relata. Confirma este extremo Javier Colilla, headhunter en Colding Advisors, quien certifica que los despachos prefieren dejar de hacer contrataciones hasta que no tengan confirmado el presupuesto para el año que viene. «Quieren esperar, ver con qué partidas cuentan y constatar qué margen tendrán para fichajes«, describe.
Signing bonus y medidas paracaídas
A pesar de que la tendencia general sea una mayor tranquilidad en esta época del año, los cazatalentos consultados por El Confidencial insisten en que el mercado permanece bastante activo y las ofertas están a la orden del día. «Si hay necesidad, se ficha», insiste Colilla. Sin embargo, las reticencias generalizadas vinculadas al cobro del bonus están muy presentes, lo que obliga a las firmas a ponerse especialmente imaginativas y buscar recursos que ayuden a convencer a los más dubitativos.
Una de estas medidas es el signing bonus o prima de fichaje. «Antes no era nada habitual, pero hemos empezado a verlo mucho este año», describe Javier Moreno. Se trata de una cuantía que ofrece el bufete al abogado que quiere incorporar solo por el hecho de firmar con ellos. «Básicamente, es un ‘te pago solo porque vengas«, resume el headhunter, que define este extra como un sustitutivo del bonus. Lo más habitual es que estas primas se ofrezcan cuando el despacho tiene una urgencia puntual de contratación en un departamento y están destinadas principalmente a perfiles con mucha experiencia (socios, counsels o asociados séniores).
Entre los jóvenes, sin embargo, no es habitual ver los signing bonus, pero ello no quiere decir que no se produzcan. «Muchos despachos sí están dispuestos a cubrir el extra de fin de año o parte de él a los abogados más júniores», declara Luis del Castillo, headhunter en Colding Advisors, que enmarca esta postura en la encarnizada guerra por el talento que viven los bufetes. No obstante, los más noveles no son conscientes de ello y rechazan ofertas sin llegar a negociar este extremo. El sentir general, expone, es que el despacho que les tantea no les va a ofrecer ese incentivo que reemplace el bonus. «Asumen que no lo van a poner sobre la mesa y descartan negociar», comenta.
Más allá de las primas de fichaje, Sancho Peña señala otro elemento al que están recurriendo las firmas: las medidas parachute (en inglés, ‘paracaídas’). Consiste en que el bufete se compromete a abonar la retribución pactada durante un tiempo determinado, a pesar de que el abogado no acabe por encajar y sea expulsado de la organización. «Suele ser progresivo: si el letrado se va el primer año, recibe la retribución íntegra; si se va el segundo, el 75%; el tercer año, el 50%», ejemplifica. De este modo, se da cierta seguridad laboral y económica al candidato y se le transmite el mensaje de que el cambio va a ser sólido. «Así, el salto al vacío da menos miedo«, razona Peña.